miércoles, 22 de julio de 2009

EXPOSICIÓN MARÍTIMA DE 1887



Punta de la Vaca (darsena, dique y almacenes)


El nacimiento de la moderna industria naval gaditana se produjo en el contexto de diversos intentos por rescatar a la ciudad del deterioro en que se encontraba en el último tercio del siglo XIX. La Exposición Marìtima de 1887 fue otro más. La idea de crearla era poner de manifiesto las posibilidades de una industria de construcción naval en la Bahía de Cádiz y animar a los capitalistas, gaditanos y foráneos, a que invirtieran en esa actividad. La idea no nacía del vacío. Desde hacia unos años se sentía en España la necesidad de construir los buques que hasta entonces se encargaban al extranjero, sobretodo a Inglaterra, en astilleros nacionales. Fue por tanto el propio estado quien impulsó la creación de la moderna industria naval española. Esta era la finalidad de la Ley de Escuadra presentada por el ministro Rodríguez Arias, y aprobada por el Parlamento a fines de 1887.

Como ya hemos dicho, hasta la publicación de esta Ley de Escuadra en 1887 las grandes unidades españolas se construían en astilleros extranjeros, franceses como el "Pelayo" o italianos como el "Cristóbal Colón", mientras que las más pequeñas se hacian en los arsenales estatales. Esta situación cambio radicalmente con la aparición de la mencionada Ley de Escuadra. Entonces fue la industria nacional, en especial la privada, la que se encargaría de la construcción de los grandes buques de guerra. Ante las perspectivas de negocio el capital privado español empezó a invertir en la construcción de astilleros.


Ante este suculento pastel empezaron a moverse las fuerzas vivas de las ciudades interesadas en construir parte de la flota proyectada. Dos ciudades fueron las que mostraron un mayor interés; Bilbao y Cádiz, surgiendo una dura pugna entre estas dos ciudades, que alcanzó no solo a la clase política y empresarial sino también a los ciudadanos de a pie produciéndose manifestaciones populares para exigir al gobierno que se le adjudicase a su zona los contratos proyectados.


Como ya hemos dicho, hasta la publicación de esta Ley de Escuadra en 1887 las grandes unidades españolas se construían en astilleros extranjeros, franceses como el "Pelayo" o italianos como el "Cristóbal Colón", mientras que las más pequeñas se hacian en los arsenales estatales. Esta situación cambio radicalmente con la aparición de la mencionada Ley de Escuadra. Entonces fue la industria nacional, en especial la privada, la que se encargaría de la construcción de los grandes buques de guerra. Ante las perspectivas de negocio el capital privado español empezó a invertir en la construcción de astilleros.


Ante este suculento pastel empezaron a moverse las fuerzas vivas de las ciudades interesadas en construir parte de la flota proyectada. Dos ciudades fueron las que mostraron un mayor interés; Bilbao y Cádiz, surgiendo una dura pugna entre estas dos ciudades, que alcanzó no solo a la clase política y empresarial sino también a los ciudadanos de a pie produciéndose manifestaciones populares para exigir al gobierno que se le adjudicase a su zona los contratos proyectados.


Los industriales vascos vendieron la idea de que que mejor lugar que "el país del hierro y el acero" para instalar la moderna construcción naval. Por su parte en Cádiz la posibilidad de instalar un astillero armonizaba con los deseos de su burguesía mercantil deseosa de contar con mejores instalaciones en sus muelles. Una factoría en la que además de construcciones se pudiera realizar reparaciones, con lo que con toda seguridad se mejoraría su alicaído trafico marítimo.


Por tanto no fue casual que durante 1886, a la vez que se discutía la ley de Escuadra de Rodríguez Arias en el Parlamento, en Cádiz se pensara realizar una Exposición Marítima Internacional que sirviera de estímulo a posibles inversores para crear un astillero. La idea estaba respaldada tanto por la tradición naval existente en la comarca como por el escaparate que ofrecía la bahía gaditana para realizar exhibiciones navales. Cádiz no era el "país del acero" pero también podía jugar sus cartas. A fines de 1886, mientras las Cortes aprobaban la ley, en Cádiz se reunían las fuerzas vivas, autoridades y grupos económicos, para formar comisiones de trabajo y organizar suscripciones económicas. La Exposición iba conformándose rápidamente. Durante los meses de Febrero y Marzo de 1887 se solucionaron las dificultades burocráticas para expropiar los terrenos donde en 1872 se había construido la dársena Lacassaigne. Era, en los extremos de la ciudad, el lugar elegido para instalar la muestra. Durante la primavera se aprobaron los planos y comenzaron los trabajos de aplanamiento, relleno y construcción de los pabellones. Finalmente todo estuvo preparado para que el 15 de Agosto de 1887 el gaditano Segismundo Moret, ministro de estado de Alfonso XIII , pudiera inaugurarla.

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